Lo que Cataluña no se merece: un debate independentista en tiempos de mudanzas
Los políticos catalanes, los nacionalistas y adheridos, abonan un debate que cuando menos es poco inteligente, aunque sí oportunista y transitoriamente exitoso, consistente en mezclar la querencia independentista con la situación económica y con agravios fiscales, reales o no.
Acaso, cuando se publiquen las balanzas fiscales, sepamos todos que lo que Cataluña aduce como sobrecoste de su contribución al fondo común no repercuta tanto en beneficio del "centro" sino de otra periferia (Véase la extraña coincidencia entre los superávit acumulados del Concierto Vasco con el déficit catalán en el conjunto de los últimos treinta años).
Es cierto que el político suele estar atento a los movimientos del viento social para adoptar posiciones, sobre todo aquellos que son decididamente oportunistas, parapetados en un puesto de caza a la espera de que la pieza pase sin aliento por delante del cañón de su escopeta. Dicen, para descargarse, que se lo exigen sus masas de votantes. Ya saben, la Inquisición no asesinaba, que para eso tenían al brazo secular, el cual, a su vez descargaba su conciencia diciendo estar avalados en sus crímenes ni más ni menos que por el sabio y santo aval de la Iglesia. En fin que entre todos los mataban sin nadie que se hiciera, cobardemente, cargo del crimen. Sobre ello, sobre el modo de hacer política de tales personajes, existe un claro consenso, casi el único que es mayoritario en todas las regiones de España. Un convencimiento que se asienta en la malevolencia de los nacionalismos, de todos, tanto si son "periféricos" como si son "centralistas". Los dos son nocivos, regresivos, atávicos y estériles.
Cataluña ha sido parte inseparable de la vanguardia española en muchos frentes y durante mucho tiempo y no sólo por el quehacer de sus gentes. Hoy mismo, la valoración nacional e internacional de Barcelona supera en mucho a la media de las grandes capitales españolas. Y son millones de españoles los que admiran y gustan de Cataluña y de lo catalán por muchas cosas. Por desgracia, de esa inmensidad son también muchos los que piensan, sobrevenidamente, que no merece la pena mantener tanta admiración cuando la sociedad catalana, con argumentos que en poco se sostienen, quiere mirar al mundo dejando al resto de España a su espalda.
Dicen en el derecho penal que el delito debe de ser incontrovertido para mantener la acusación y con más razón para condenar. ¿Qué delito ha cometido el resto de España contra Cataluña? Y valga también la pregunta en sentido contrario. Por lo que oímos, en base a un agravio fiscal y deficiencia de inversiones públicas termina por calar el sentimiento independentista, tal es la insistencia del mensaje que CDC y ERC trasladan sin descanso. En fin, que a algunos les gustan las mezclas con tal de que el combinado tenga mayor cantidad de líquido sin pensar en el empacho. Porque lo que ahora mismo hay encima de la mesa del debate soberanista es un empacho y no menor es la empanada mental al respecto. Por los dos lados. Sosiego, hace falta sosiego y dejar ese debate para fechas en las que sea más reposado el contraste de opiniones.
Tal proceder, el oportunismo aderezado por la carencia de gestión gubernamental acertada por parte de la Generalitat, ha generado, para CDC, el primer descalabro y es que el socio que se buscó como ariete de su política independentista, claramente anti española, le ha superado sobradamente en la querencia de los votantes. Así, ahora se encuentran en una situación nueva e indeseable que la misma CDC se ha buscado, eso sí con todos los méritos por su parte. A ver como controlan ahora a ese caballo desbocado. No debiera olvidar CDC que ERC es nacionalista pero que también es Esquerra y que por ello la yunta que han formado en un momento dado deberá tirar por el surco que marque el más fuerte, que ahora parece ser ERC. Y ahí viene otro problema no contemplado con anterioridad: el distanciamiento expreso de la alta burguesía empresarial catalana respecto del programa independentista, consciente de que en un escenario controlado por ERC y en una hipotética independencia, los primero en perder, y mucho, serán ellos.
Cuanto más deje CDC que avance la situación, peor se encontrará el enfermo llamado Cataluña que ha llegado a esa situación por el acelerón que le ha impulsado Artur Más, los Pujol y demás políticos que han empujado sin tino hasta esta tensa situación por la cual aparecen grietas y heridas que empiezan a ser sangrantes. Ya se sabe que las cicatrices matan hasta la sensibilidad y en esas estamos, con la aspiración de que el mal menor sean las cicatrices de un enfrentamiento, por el momento, sin víctimas. Políticas, claro.
Independencia. Si llega el caso, sin marcar las cartas ni aprovecharse de la coyuntura, de todo se puede y se debe de hablar. Pero no como primera opcíón y mucho menos como única opción en cualquier momento. Hablar es política. Lo demás, no merece la pena ni calificarlo.
Pastrana, 23 de octubre de 2013