Corrupción: democracia tocada
Los Gobiernos de España, todos y desde siempre, en la práctica miran para otro lado siendo así cómplices activos de la corrupción. Prueba de ello es el déficit extremo a la hora de combatir el fraude fiscal, que es el mayor exponente de corrupción política y social.
La democracia española ha fracasado en reconducir rutinas sociales deleznables, como la corrupción, que hacen de España un país bajo fundada sospecha de ser un estado bananero en grado extremo. Y de eso, sobre todo, la responsabilidad es de los políticos, sin duda de ninguna clase.
España es una sociedad superficial y dada a caer en conductas ciclotímicas. Pasa de la euforia a la depresión y viceversa, con motivo o sin él, y aquí nadie nunca se pregunta por las razones. Y en este medio de cultivo, se "comprende" que los ciudadanos disculpen y voten a los corruptos, porque la corrupción se tolera, sobre todo si afecta a los "nuestros".
Definitivamente y como venimos reiterando, España es una sociedad crónica y estructuralmente corrupta: son mucho más valiosos y efectivos un sobre, una maletín y una amistad de conveniencia que el trabajo, que una buena idea o que un buen proyecto.
Y para despejar todas las dudas sobre este aserto comprensivo de la corrupción en España: la mayor de todas es que año a año se escamotean más de 70.000 MM de euros en impuestos, con los cuales no habría crisis y se podrían mantener varios millones de puestos de trabajo más por ejemplo en la parte de los servicios sociales. Los Gobiernos, todos y desde siempre, miran para otro lado siendo así cómplices activos de esta corrupción. El fraude fiscal debe ser considerado, por el terrible impacto en la vida de las personas y en la marcha del país, como un delito comparable al genocicio y deben de ponerse para combatirlo todos los medios que correspondan, empezando por las penas más insoportables, sobre todo las de tipo económico. Y mientras esto no se ataque así, todo lo demás son autocomplacencia simplona y refuerzo de la corrupción.
No se valora a nadie sino por lo que tiene y por lo que aparenta. Si no tienes un padrino tienes muy difícil hasta conseguir un trabajo público, hasta de conserje. Y del mercadeo con los puestos de trabajo públicos se sabe en todas las administraciones, desde las universidades a los ayuntamientos, pasando por las diputaciones y autonomías. Como botón de muestra, la Diputación de Orense o Telemadrid. Así se explica que declarados sinvergüenzas se conviertan en telepredicadores de éxito, monten partidos políticos y además encuentran idiotas y estúpidos que les votan hasta el punto de conseguir escaños y alcaldías. Y si no es así no se explica el éxito de Gil y Gil o de Ruiz Mateos, por no nombrar a otros de su misma calaña y de todos conocidos.
Han pasado más de treinta años desde que votó la Constitución. Políticamente se ha producido un retroceso porque el avance en valores no ha sido el necesario y deseable. La corrupción se ha reforzado y el valor de lo político ha disminuido, y mucho, respecto a lo que entonces se palpaba en el ambiente. Este reforzamiento de la corrupción ha devenido, sobre todo, del aval de los votos que han permitido la permanencia de tanto delincuente y corrupto al frente o al lado de las Instituciones. ¿Quién no ha oído alguna vez la terrible frase de que "eso ya lo han absuelto las urnas"?
La democracia, que estaba obligada entre otras cosas a cambiar las rutinas sociales de la corrupción, ha fracasado estrepitosamente en ello porque lo fácil era y ha sido mirar para otro lado. Por tanto, media desidia. La responsabilidad en el desastre de la corrupción social es sin duda de la clase política. Lo atractivo ha sido sumergirse en el caldo de cultivo de la corrupción sacando tajada cuánto se ha podido. Y esto afecta a todos o a casi todos: PSOE, PP, CiU, etc. Esta amplitud de irresponsables y conniventes ha sido y es la excusa fáctica para que entre ellos se respalden y protejan mutuamente en muchas actuaciones que han salido al público conocimiento. Quizá por estos casos extremadamente escandalosos se "comprende" la inexplicable conducta de los partidos en esta lacra. Vergonzoso lo penúltimo, el caso del robo de fondos europeos para formación de parados, desviados y resuelto fiscalía por medio, de manera impresentable y tres lustros después.
Esto ya viene de lejos, seguramente de siglos y por eso España necesita que se insuflen valores sociales, sólidos y convincentes para mentes razonables. En este contexto social se explica que, en plena democracia, accedan al Gobierno de la Nación personajes cuyo perfil es el más adecuado para un traficante de armas o gentes que ni se enteran que en su garaje aparezcan de la noche a la mañana coches de superlujo que provienen de la corrupción más descarnada.
En España se valora más el éxito económico, personal o colectivo, independientemente del modo de llegar a él y de ahí la admiración hacia tanto semianalfabeto que ha triunfado, por ejemplo, en el mundo del ladrillo, que el trabajo, el esfuerzo, el ansia de superación (el presente) y la investigación (el futuro). Así se explica que el Gobierno lamine el esfuerzo tremendo en I+D+I en base a exigencias exclusivamente contables de quienes en su vida han hecho otra cosa que medrar sin trabajar.
¿De verdad se cree alguien que este país tiene futuro en estas condiciones sociales? Los interesados y sobre todo aprovechados de toda la vida sacan la megafonía y nos sueltan cuatro sandeces, porque además tienen unas cualidades intelectuales bastante deficientes y no pueden hacerlo de otro modo, y nosotros, el pueblo, una masa en general acrítica (para dorarnos la píldora y que nos lo creamos, nos dicen que el pueblo es sabio cuando la realidad es que somos totalmente manipulables y por tanto carne de saldo), boba y lela, aplaudimos ¡Viva España! ¡Somos un gran país! etc. ¡Viva! . Pues que viva ¿Y qué, después de eso qué? Es una autocomplacencia tonta, infantil, no lleva a ningún sitio y eso basta, al parecer a millones de españoles embobados con naderías, como es el caso del deporte, y cerriles, con el único norte de tener un piso a costa de estar pagándolo cuarenta años y engordando la cuenta de los orondos y ociosos accionistas de los bancos.
Así, dan ganas de trasladarse, invitados o no a una cacería con, o sin, la Corinna de turno, hasta la misma Botswana. Allí, esperamos, no encontraremos a idiotas encorbatados y repeinados que nos den lecciones de nada. Ni encontraremos "asesores" que se llevan, por nada y por tanto corruptamente, decenas de miles de euros al año de fondos públicos disfrazados de salarios. A la vez, esos asesores y los descerebrados que son asesorados por gentes que nada tienen de qué asesorar, nos quieren convencer de la necesidad de adelgazar el gasto público. ¡Tiene narices! Y luego, millones de lerdos y gilis les votan y se emocionan cuando esos que les manipulan descaradamente salen en la televisión y sueltan un emotivo mensaje en el que calculada y desvergonzadamente dejan escapar una lagrima que la cámara, alertada de que eso se va producir, se encarga de enfocar para que nadie pierda detalle.
Abundan los políticos que manipulan al extremo los medios de comunicación que se subvencionan muy generosamente, cómo iba a ser de otra manera, con fondos públicos, que les hacen acompañarles a inauguraciones indecentes de instalaciones, como ha ocurrido con hospitales y quirófanos de quita y pon, sólo para que los tontainas de sus votantes se emboben con tales memeces. Y esto año tras año. Y luego, para rematar el asunto, laminan ese mismo medio público, que ellos ha arruinado a base de falta de gestión y de enchufar a centenares de estómagos agradecidos, con el argumento de que no es rentable cuando resulta que ellos lo han gestionado durante lustros, declarando así que han sido unos gestores incapaces y todo ello sin darse, desvergonzadamente, por aludidos. Y ante esto, los cabestros de sus votantes asienten. Así, despiden a cientos de empleados mientras se quedan en la empresas todos los beneficiados de los nombramientos a dedo con sueldos indecentes que multiplican el del mismo Presidente del Gobierno.
¿Es la culpa sólo de los políticos? No toda pero sí destacada, porque al frente del país se encuentran políticos que en nada cumplen con lo que deben. Veamos.
Políticos inútiles y manirrotos que han ido sembrando el desequilibrio presupuestario, arruinando comunidades y ayuntamientos. Políticos que, además, entregan al beneficio privado servicios que toda la vida han sido públicos provocando, con su despreciable actitud, el encarecimiento injustificado e injustificables de esos servicios públicos. Para rematar y por casualidad, luego terminan asesorando a esas empresas a las que casi han regalado rentabilísimos servicios públicos.
Políticos que atan la justicia, preocupados más por controlar a los funcionarios y entorpecer el acceso universal de los ciudadanos que por gestionar una justicia bien dotada y funcional.
Políticos preocupados, en opinión de muchos millones de ciudadanos, de llevárselo crudo, declarando algunos de ellos que para eso han llegado a la política. Políticos que acumulan más de 10 cargos retribuidos mientras más de seis millones de personas viven sin perspectivas por no tener trabajo ni posibilidad de tenerlo en varios años. Políticos que ejercen dos o más trabajos públicos a la vez que ejercen actividades privadas, demostrando así que esos trabajos públicos se pueden llevar a cabo con una dedicación a tiempo parcial.
Políticos que se han repartido sin decoro ni vergüenza puestos de las Cajas de Ahorro cobrando varios cientos de miles de euros al año y todo ello sin más mérito ni capacidad que su proximidad al poder.
Políticos que han pasado de hacerse el sueco a hacer el suizo sin ruborizarse.
Políticos y técnicos que han admitido sin ruborizarse permanentes modificaciones presupuestarias de obras y servicios vulnerando la ley y sin que la oposición haya intervenido, salvo el caso de Compromís en Valencia.
Ante esto ¿seguimos pensando que esta clase política nos puede rescatar como país? Claramente, no. Pero no es sólo que exhiban sin decoro alguno todas estas conductas sino que son carencias democráticas manifiestas. Es que estos personajes no serían capaces, en muchos casos, de sacar adelante ni siquiera una humilde tienda de barrio, pues en eso consiste ser empresario y emprendedor
Y todo esto lo decimos amando profundamente la POLÍTICA y precisamente por ello. Pero hay que decirlo y repetirlo cuantas veces sean necesarias.