(publicado 2 de julio de 2011)
No votar es votar y además computa a favor de aquellos a los que no se votarías jamás
Parece mentira que a esta alturas de la democracia española todavía haya quien no vote pensando erróneamente que no quiere apoyar a ningún candidato o candidatura.
El sistema español no computa a efectos de reparto de escaños ni el voto en blanco ni la abstención. Ni lo computará jamás ni parece que lo compute ningún sistema electoral. El voto es una manifestación de voluntad ante una o varias propuestas. Y si la voluntad no se manifiesta, es decir si no se vota, el no voto no cuenta, pero suma a favor de los contrarios. Ni tampoco cuenta la abstención pues no existe propuesta de abstención.
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Por tanto no votar o abstenerse es dejar en manos de los demás el propio destino. Y eso es imperdonable en quienes pretender hacer valer su no voto. Es decir, se trata de un pasotismo contraproducente que permite a los que votan y ganan imponer su voluntad a los demás, tanto perdedores como no votantes.
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El perfil del no votante es difuso por inclasificable como único. Existe el votante que se puede clasificar pasota que no vota porque no. Más bien parece el votante cabezón, de idea fija, irreflexivo porque piensa que da igual quien gane con argumentos como "todos son iguales". Luego se queja de lo que hacen o dejan de hacer los que ganan, pero su modelo social no le permite salir de ese encuadre. Aparte de que su hipótesis es falsa: todos no son iguales. De hecho él es distinto de la mayoría pero a la vez se convierte en irrelevante desde el punto de vista político. ¿Quien cuenta con estos ciudadanos? Nadie, seguro.
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Más allá del pasota está el crítico purista que exige un acoplamiento de las propuestas electorales a su propio enfoque. Claro, eso es imposible en la mayoría de los casos. Su pensamiento político es riguroso por rígido, falto de flexibilidad, claramente involutivo, incapaz de evolucionar en la realidad en que se desenvuelve la sociedad. No cae en la cuenta de que votar es elegir entre una de las propuestas y que no votar es entregar un voto real a los que jamás entregaría su voto. El encuadre sociológico de estos votantes es de izquierdas o de centro izquierda. Si quieren hacer valer sus propuestas no tienen más salida que participar en la vida interna de los partidos o crear sus propias opciones políticas. Ahí está la propuesta de los ecologistas surgida el último año.
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La derecha sociológica ya ha superado esta situación y desde la extrema derecha, estimable en una banda del 10% al 20% del voto derechista , hasta los centristas que jamás votarían a la izquierda existe un bloque electoral que rara vez baja no tanto de un porcentaje sino de un determinado número de votos.
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Recordatorio :No votar es votar y además computa a favor de aquellos a los que no se votarías jamás. ¿Existe mayor irresponabilidad política que apoyar a quienes jamás votarías?
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Demostración: Lo que se mide no son los votos sino la diferencia de votos y con uno de diferencia basta para ganar. Es ahí donde más se pone de manifiesto el valor del voto individual
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Claro que a veces el voto se plasma en el mismo apoyo al contrario y ahí está el caso de Izquierda Unida de Extremadura. ¿Cuántos votantes de base del IU en Extremadura están de acuerdo con lo que han hecho sus dirigentes? ¿Estarán de acuerdo cuando el PP Extremeño aplique su programa oculto? Y los que les queda por ver y experimentar en sus propias carnes.
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