De plutocracia corrupta a cleptocracia
Tenía que llegar por inercia, dado que nada se ha hecho para cambiar el rumbo sino que se ha dejado hacer en sentido contrario al del interés público. Un país, capitalista o no, crónica y estructuralmente corrupto tiene una evolución lógica y que no es sino su consolidación como cleptocracia, una verdadera república con el robo, en todas sus acepciones, como forma consolidada de proceder que por otra parte es consentida desde el poder y comprendida y acogida como normal desde la ciudadanía.
El pueblo llano respalda, llenando un foro público, a una tonadillera que se ha hecho acreedora a una benévola sentencia por defraudar a la Hacienda Pública y que recibe el aplauso de los incondicionales que, llegado el caso, la podrían terminar por escupir e insultar en público. Ya se vio en sus entradas y salidas de los Juzgados de Marbella. Así de firmes son las convicciones morales de muchos en España.
El pueblo llano también ha asimilado hasta niveles epigenéticos la cultura del "¿con IVA o sin IVA?" de tal manera que este fraude fiscal se extiende a amplísimas capas de la población pues lo gigantesco de tal fraude sólo se puede explicar cuando son millones los que lo practican.
La ingeniería fiscal, con centenares de ex-inspectores y ex-subinspectores de hacienda en nómina de grandes empresas, orientada a la elusión fiscal ha evolucionado a niveles inconcebibles y por ello repudiables en una sociedad que pretendiera ser sana y en la que los propios Gobiernos alientan y premian al defraudador millonario. Véase la última amnistía fiscal del actual Gobierno de España aplicando un tipo del 10% a quienes tendrían que haber sido sancionados con el 150% o más de lo defraudado. Casos como el de Pujol y sus retoños terminan en la nada pues así está instaurado el sistema: "hoy por ti y mañana por mí" y "no conviene levantar la voz que esto se vuelve contra nosotros" son sentencias de frecuente manejo en los foros de corrupción en que en muchas ocasiones se han convertido los organismos públicos, comisiones de investigación (¿alguna ha servido para algo?), parlamentos y gobiernos de todo color y ámbito. No denunciar al contrario por auto protegerse es un consolidado proceder que refuerza el convencimiento de que este país se asienta en una corrupción extrema.
Resulta desgarrador que el pueblo llano hasta vota, aclama y respalda a auténticos ladrones condenados, a los ladrones de su bancada, mientras ataca sin pudor a los de la bancada contraria. Personajes como Gil y Gil, Matas y tantos y tantos, han gozado del respaldo y cariño de sus huestes mucho más de lo imaginable y por supuesto aceptable.
Es vomitivo que el delito fiscal sea en realidad inexistente, aplicándose los mercenarios del sistema a disposición de los que incurren en tales delitos. Desde los pilares del Estado se instrumenta la persecución de esas conductas, muchas de ellas encuadrables como delitos sobre el papel, de modo tal que el resultado final siempre resulte en beneficio del defraudador.
Los Gobiernos sucesivos de España han llevado al país desde lo que pretendía ser un estado social, constitucionalmente establecido como tal, hacia lo que se ha consolidado como un Gobierno para ricos cuya primera consecuencia es el mayor e irreversible empobrecimiento de las masas populares. Y de ello da cuenta lo constatado en la contabilidad nacional: en plena crisis que dura ya siete años, el número de grandes ricos se ha acrecentado y el de pobres se ha, por lo menos, triplicado. Un modelo económico especulativo no podría sino rematarse de tal modo, pues en una sociedad establecida como casino "la banca siempre gana, debe de ganar" y sobre todo en las plutocracias ese es el resultado buscado poniendo el sistema al servicio de tal política. Una economía piramidal sólo puede crear tifones de movimiento de capital que siempre terminan por ser succionados hacia su núcleo dejando una estela de destrucción a su paso que siempre perjudica a los más desprotegidos.
Pero si todo lo anterior incide en el asentamiento de la plutocracia, sistema de gobierno que es detentado por los que controlan la riqueza, directamente o de modo interpuesto, en España, país de pillos y de listos, un gigantesco Patio de Monipodio, de rinconetes y cortadillos de tal calado que hasta sobre ello se ha elaborado una brillante literatura, hemos terminado superándonos poniendo todo el sistema al borde del precipicio. "No se puede condenar a tal banquero" y si hace falta se le indulta. "No podemos juzgar a tal potentado" y si llega el caso se crea una jurisprudencia ad hoc, incluso a costa de minorar de modo impresentable la acusación popular, y con ello la democracia, ante los tribunales. Esto es lo que ocurre en la práctica; esta es la Praxis de Estado que se ha mantenido con empuje y eficacia durante los últimos lustros y a cara descubierta en las fechas más cercanas.
Apuntábamos que el país está al borde del precipicio por serlo de ciudadanos sin criterio lo que quiere decir sin principios. Los recientes episodios conocidos sobre Bankia ponen de manifiesto una alarma social desproporcionada, aunque bien justificada. En efecto, si porque una panda de sinvergüenzas hayan actuado del modo desvelado (¿qué no contendrán los denominados correos de Blesa para que jueces y fiscales, entiéndase el Gobierno y en este caso su partido, pongan tanto empeño en no desvelarlos?) lo que al final suma unos millones (dicen que 15 en unos diez años), se ha montado la que se ha montado, ¿qué no debiera haberse hecho con el hundimiento de Bankia que suma más de mil trescientas veces lo que ahora se airea? Como se ve, no hay criterio ni respuesta proporcionada ante tanta canallada, lo que quiere decir que hay interés en que unas cosas se tapen como sea y al precio que sea, pero siempre en el bien entendido que quien debe de pagar es la mayoría acrítica, que para eso está, robándoles si es preciso aplicando leyes de protección a los que causan tanto daño. No se podía dejar caer a Bankia, pero sí se pueden hundir la sanidad pública, la educación pública, la empresa pública y las pagas de los pensionistas.
Lo lógico, al hilo de lo de Bankia, es que se investigara en todas las Cajas de Ahorro, quebradas o no, los modos de proceder por parte de tanto político, ex político, afines a partidos políticos, sindicalista, representante de la patronal o simplemente paniaguados y estómagos agradecidos metidos a depredadores de fondos respaldados por el Estado, que ya se ha demostrado que es quien paga con la masiva aportación de capital público cuando terminan por hundir esos antros de corrupción que han sido las Cajas de Ahorro. A ver si alguien se atreve a investigar las empresas públicas, mayoritarias o simplemente participadas, que ahí también se pueden encontrar muchas sorpresas. Han sido práctica generalizada hechos encubiertos en forma de pagos de toda naturaleza, con o sin tarjetas de por medio. Por no hablar de las retribuciones millonarias que en modo alguno se justifican ni justificaban dado que la verdadera eficacia de la gestión se constataba en el empeño en hacer quebrar a tales Entidades. ¡En plena crisis de las Cajas se asignaban pensiones multimillonarias y liquidaciones bestiales ante los ojos del Gobierno y del Banco de España!
¿Cuándo trabajaba esta gente, con tanto ajetreo probado para compras de muebles, viajes, peluquerías, saunas, compras de supermercado, visitas a joyerías, etc.? Y empeora el asunto cuando queda constatado que ello es contemplado en la distancia por la sumisa e ineficaz fiscalía española que tan reticente es a trabajar en ese sentido y por extensión en casi todos los sentidos, lo que coadyuva a la impunidad de tanto delincuente. Lo de Bankia con estas tarjetas ha sido una operativa orquestada orientada a defraudar a la entidad y a la hacienda pública. Lo desvela sin duda alguna la articulación de tal proceder, conceptuando de modo rebuscado el asunto como imputado a errores informáticos, un capítulo que nunca se ha investigado.
Y con todo esto a la vista ¿se puede cuestionar que estemos en plena cleptocracia?
Pastrana a 12 de octubre de 2014