Alemania da muestras de no saber ser el líder que Europa necesita
Desde hace un lustro Alemania dirige y decide en solitario la política económica y social de Europa, imponiendo sus exigencias por doquier a todo el que da muestras de debilidad. Especialmente a los países del Sur. Su dominio sobre las Instituciones Europeas es casi absoluto con la discrepancia última de Francias con su cambio de Gobierno que da muestras de querer ser la alternativa al liderazgo en el Viejo Continente. Esperemos que no haya un choque de trenes que divida la Unión en dos mitades con restos del desastre irrecuperables.
Cinco años de recetas inspìradas sólo en la austeridad que como se ha visto a ningún sitio bueno nos lleva. ¿Realmente está España ahora mejor que hace uno o dos años? Ciertamente es necesario un ajuste pero nunca a costa de un suicidio asistido. Ante tal expectativa, mejor morir lleno de deudas que vivir en la miseria.
Alemania ha perdido el sentido de lo que debe ser Europa y sobre todo ha perdido el respeto de buena parte de los europeos que si hasta ahora la han conceptuado como la locomotora parece que empiezan a contemplarla como el látigo de los derechos sociales y laborales. ¿De verdad se creen que así, generando paro y hasta hambre, van a doblegar ni convencer a nadie? A lo más, generarán rechazo y repulsa y eso ciertamente no es l mejor aglutinante de la imprescindible Unión política y económica a que debemos llegar.
Alemania es tan responsable como los díscolos griegos, italianos y españoles, por ejemplo. Durante años ha espoleado una política monetaria exclusivamente dedicada a controlar la inflación, reflejo muy estudiado por los teóricos económicos referido al lastre histórico que les supuso la debable de la crisis de 1929, cuando Alemania, debido a la retirada masiva de capital americano entró en una espiral inflacionista que termino por entregar el país al nazismo criminal.
Alemania ha controlado la inflación pero ha perdido la batalla por el flujo de capitales, controlado desde Wall Street y desde la City. No hay mejor prueba que la desilución expresada por la negativa de Cameron a firmar el acuerdo sobre el Pacto Fiscal, dado que el Reino Unido base una buena parte de su economía en las rentas de sus corsarios de la City.
No hay un plan para Europa y es por responsabilidad de Alemania, obcecada en congelar todo lo que no coincida con su política de referencia, el control de la inflación. El cambio es imprescindible si queremos ir a algún sitio. Por eso es de esperar que un cambio político en aquel país permita reconducir esta parálisis de ideas y esta inexistencia de plan B o C o lo que sea. Que así sea y lo antes posible. Europa no necesita mediocres contables sino políticos con visión de la obligación y conveniencia de anteponer ante cualquier contingencia la unión de los destinos de todos los europeos con una sola voz y un solo gobierno ante el mundo.